A medida que el año pasado se acercaba a su fin, es probable que hicieras un balance de cómo lo hiciste. ¿Perdiste esos 5 kilos, comenzaste una práctica de meditación, cumpliste con tus metas de ejercicio o cumpliste con tus otras resoluciones de superación personal?
Si no ha sido así, y si eres como la mayoría de la gente, transferiste los propósitos a este año nuevo, probablemente con una dosis decente de autocrítica. Tal vez te dirás a ti mismo que «sólo necesitas ser más disciplinado», o que investigarás las formas más efectivas de perder peso y mantenerlo, o leerás un montón de artículos sobre cómo cumplir con tus propósitos de año nuevo.
Si la forma en que has tratado de hacer los cambios no ha funcionado, tal vez sea el momento de adoptar un nuevo enfoque.
Tal vez lo que necesitas no es una charla motivacional, o la última dieta o libro de ejercicios, o una crítica interna más dura. Tal vez lo que realmente se necesita es un cambio fundamental en cómo te ves a ti mismo.
La mayoría de las resoluciones de año nuevo (y otros intentos de mejorarnos a nosotros mismos) se basan en la creencia de que de alguna manera somos deficientes, que no somos suficientes. No eres lo suficientemente delgado, no estás lo suficientemente en forma, no eres lo suficientemente culto, no eres lo suficientemente paciente con tus hijos. Y entonces resuelves arreglarte a ti mismo.
Y mientras que culpamos por nuestras fallidas resoluciones de ser «débiles de voluntad» o «perezosos», la verdad es que nuestros objetivos son a menudo una configuración perfecta para fracasar. El problema es que hacer cambios positivos en tu vida requiere que te trates como a alguien que amas, y es muy difícil ser bueno contigo mismo cuando no te gusta la persona que eres.
Si odias a la persona que ves en el espejo, por ejemplo, será difícil elegir alimentos saludables o convencerte de que vayas al gimnasio. Y cuando inevitablemente no consigues tus objetivos, probablemente te patearás mientras estás en el suelo en lugar de animarte a levantarte e intentarlo de nuevo.
Si estás cansado de no alcanzar tus metas de superación, prueba esto en su lugar: Trata de adoptar una forma más saludable de verte a ti mismo, no como alguien que se queda corto, sino como alguien con un valor inherente, que es digno de amor y respeto exactamente igual que tú. No porque hayas dejado tus metas, sino porque el universo ha hecho un espacio para tu existencia, con todas tus faltas y defectos. Tal vez eso te hace suficiente.
Supongo que a muchos de vosotros esto les suena a palabrería para sentirse bien. Podrías preguntarte, ¿Cómo puedo cambiar si no estoy insatisfecho conmigo mismo? O de manera similar, ¿No es el amor propio una receta para la autocomplacencia?
Afortunadamente, cuando resolvemos aceptarnos a nosotros mismos tal como somos, en realidad es más fácil practicar conductas más saludables. Por ejemplo, la práctica de la autocompasión conduce a esfuerzos más exitosos en la pérdida de peso.
Así que mientras piensas en los cambios que quieres hacer en tu vida, considera la posibilidad de comenzar con éste: Aprender a amarte a ti mismo tal como eres.