A nadie le gustan las discusiones. No porque no conduzcan a fines constructivos, o porque nos preocupe mucho decir lo que nos molesta de la otra persona. Es porque tendemos a perder la cabeza por la tensión y la negatividad de la que están llenas.
Las discusiones son una parte crucial y saludable de todo tipo de relaciones. Sin ellas, permaneceríamos en un statu quo que no conduce a un cambio positivo. Estaríamos atascados con las emociones negativas que surgen al ver el problema y no hacer nada para resolverlo.
Sin embargo, debido a la intensidad de las discusiones, muchos eligen evitarlas y simplemente vivir con los problemas en lugar de abordarlos. Sin embargo, no hay necesidad de perder la cabeza en las discusiones.
Toda discusión puede llegar a ser constructiva, pero las discusiones constructivas requieren un enfoque de atención. Aquí hay tres cosas que debes tener en cuenta que pueden ayudarte a mantener la calma durante una discusión y ser capaz de encontrar una solución fácilmente.
LA PREPARACIÓN ES A MENUDO LA CLAVE
1. Si sabes que una discusión se acerca, es mejor que te prepares mentalmente para lo que vendrá después. Es mejor imaginar la discusión y evocar los sentimientos que puedan surgir. Al permitirte sentirte de la manera en que lo harías y reconocer que esos sentimientos son naturales, te las arreglarás para actuar con más sobriedad cuando llegue el momento de la discusión.
2. Es muy importante considerar el punto de vista de la otra persona, y no limitarse a tus propias convicciones. Debes tener en cuenta lo que pueden estar pensando y cómo pueden sentirse sobre ciertas cosas de la manera en que lo hacen. A partir de ahí, puedes construir tu enfoque y lograr el mejor efecto.
3. Piensa en todas las cosas que podrían decir en respuesta a tus argumentos y prepara tu respuesta. Estar listo para explicarte cuando llega la discusión es la mejor manera de obtener un efecto positivo, así que construye tus pensamientos de una manera ordenada.
4. Y no te olvides de concentrarte en el verdadero propósito de la discusión. No deberías entrar en discusiones que no conducen a ninguna parte. No importa quién empiece la discusión, siempre debes ser consciente de lo que pretendes al final.
MANTÉN LA COMPOSTURA
Cuando una discusión sale a la luz (independientemente de quién la haya iniciado), es muy importante mantener la compostura si se quiere ser constructivo. No tiene sentido perder la cabeza porque entonces la discusión no sería más que negatividad generada en vano.
1. Respira profundamente y permite que tu cuerpo. Un poco de respiración profunda no sólo introducirá más oxígeno en tu cerebro (y por lo tanto te relajarás), sino que también te dará un descanso mental para situar tus pensamientos correctamente.
2. Debes ser consciente de tus sentimientos, así que no los reprimas. En vez de eso, concéntrate en lo que estás sintiendo y trata esas emociones racionalmente. Sí, es natural sentirse frustrado, tenso, enfadado y todo eso, pero estos sentimientos no te ayudarán a cerrar el acuerdo. Por el contrario, sólo conducirán la discusión a callejones sin salida.
3. Puedes ser más consciente y estar más enfocado en el tema si tocas o miras algunos objetos. Simplemente enfoca tu atención en el tacto o en la cosa que estás viendo. Esto aliviará tu tensión y dejarás de concentrarte en lo molesto que estás.
Mirar un objeto distante (como un cuadro en la pared opuesta) te ayudará a sentirte menos acorralado, ya que la visión abierta te dará la percepción de tener más espacio físico a tu alrededor del que realmente tienes.
4. Para tranquilizar a la otra persona, se puede sonreír amablemente durante el desacuerdo. Al final, ambos estaréis discutiendo porque os preocupa vuestra relación. Mostrad un poco de amabilidad, y ambos os relajaréis.
REDUCE LA TENSIÓN
Las discusiones están destinadas a causar tensión. Tienen la intención de sacarte de tu zona de confort, y esto es bueno. Pero la tensión es el enemigo de la solución. Por lo tanto, reducirla es la mejor manera de ayudar a que la discusión llegue a una conclusión y no se repita.
1. El lenguaje corporal es un fuerte indicador de cómo la otra persona te percibirá. Por lo tanto, para evitar la impresión de que estás siendo agresivo o estás furioso, debes tener cuidado con lo que estás haciendo con tu cuerpo.
En lugar de encorvarte, fruncir los labios y cruzar los brazos, recuerda mantener la cara relajada, colocar los brazos en una posición neutral y pararse derecho.
2. Otro factor muy importante en el resultado de la discusión es tu volumen. Mantener la voz baja es una cosa muy importante que debes hacer, incluso cuando sientas que tus niveles de estrés aumentan.
Levantar la voz conducirá a un estrés aún mayor para ambos, y es probable que se alteren aún más por nada. En cambio, la mejor manera de mantener la calma es hablar de la manera en que quieres que la otra persona te hable a ti.
3. La mejor manera de lidiar con los sentimientos que surgen de la discusión es dejar de echar la culpa y empezar a usar frases con el «yo» que describan cómo te sientes. Al hablar abiertamente sobre cómo te sientes, no sólo te sentirás mejor y desahogarás las emociones, sino que tu oponente también comenzará a considerar tus afirmaciones.
Así que, en vez de decir «¡Siempre me haces daño!», di «Me siento herido». De esta manera, detendrás el modo «ataque/defensa», e introducirás una forma más empática de comunicación.
4. Al final, debes preguntarte si vale la pena enfadarse por la discusión. A menudo dejamos que nuestra vanidad se apodere de nosotros, y nos enfadamos por las cosas más tontas. Sin embargo, en la mayoría de los casos, los argumentos de la otra parte no tienen la intención de molestarte.
Antes de saltar al fuego, piensa si ese argumento realmente va a afectar a tus sentimientos por la otra persona. Si la respuesta es no, entonces no lo permitas. En vez de eso, sé tan cuidadoso como siempre, y resuelve el malentendido.