El diccionario define tóxico como «que contiene o es un material venenoso, especialmente cuando es capaz de causar la muerte o un debilitamiento grave» así como «duro, malicioso o dañino«.
Las personas tóxicas son «personas heridas que lastiman a las personas«. Se enfrentan a su dolor infligiéndolo a personas desprevenidas. Cuando pienso en personas tóxicas, la lista de atributos puede variar desde lo molesto hasta lo dañino:
- Sarcástico
- Crítico
- Defensivo
- Pasivo-Agresivo
- Abusivo verbalmente
- Depredador
Antes de darte un puñado de estrategias para comunicarse con ellos, acepta mi frustración mientras pienso en voz alta: «¿POR QUÉ?» ¿Por qué nos ponemos en peligro al interactuar con ellos diariamente? Peor aún, ¿por qué las empresas siguen pagando a estas personas mientras infectan al resto?
No resolveremos ese problema hoy. Lo entiendo. Pero antes de pasar a las estrategias de comunicación, permítanme decir esto: si tenéis el poder de proteger a otros de estos tipos, estaréis a la altura de las circunstancias y tomar ventaja. Si eres la persona tóxica en la sala, busca ayuda hoy.
Ahora bien, mis tres reglas de comunicación más importantes son cuando debes nadar entre pirañas:
Primero: Guarda tu aliento
Si debes interactuar o colaborar con alguno de ellos, concéntrate en el trabajo a realizar en lugar de jugar a ser un héroe e intentar cambiar al culpable. En palabras de un antiguo proverbio, «No te molestes en corregir a los burladores [personas tóxicas]; sólo te odiarán a ti«.
Segundo: Luchar contra la ira con conocimiento
Si los tóxicos te presionan, te sentirás tentado a tomar represalias. La buena noticia es que tienes más poder sobre tus emociones de lo que crees.
De acuerdo con la neurocientífica Dra. Jill Bolte Taylor, tu ira sólo debería durar 90 segundos. Si tu ira dura más de 90 segundos, dice Bolte, es porque estás repitiendo la historia en tu mente. Resulta que tu capacidad o tendencia a permanecer enfadado está conectada a la comunicación que se produce dentro de tu cerebro. Cada vez que repites la historia que desencadenó la reacción, vuelves a activar el circuito y la respuesta una y otra vez.
En otras palabras, cada vez que eliges tener pensamientos tóxicos, dolorosos o de ira, creas una respuesta física en tu cuerpo también. Al repetir la historia, no solamente mantienes tu mente en un espacio tóxico, sino que tu cuerpo experimenta la emoción creada por la ira o el dolor una y otra vez.
«Nadie puede hacernos enfadar sin nuestro permiso», dice. Nuestros pensamientos estimulan nuestra respuesta, no la de otra persona.
Es más fácil decirlo que hacerlo, pero es verdad.
Tercero: Elige pivotar en su lugar
- Respira profundamente en lugar de gritar.
- Confronta el comportamiento sin atacar a la persona.
- Protégete a sí mismo y a los demás (adoptando una postura decisiva).
- Si el dolor, y no el mal, está detrás del comportamiento tóxico, procede con gracia. El amor y la bondad pueden ser irresistibles y poderosamente sanadores.
¡Puedes hacer esto!