Cómo salir de la trampa de la comparación

Cómo salir de la trampa de la comparación

Todos dejamos que la comparación nos saque lo mejor de nosotros a veces; pero apuesto a que incluso la gente que más admiras desearían ser tan inteligentes, ricos, hermosos o divertidos como otra persona. Y admito que también soy propenso a mis comparaciones; lo que empieza como la admiración de un colega puede transformarse fácilmente en el deseo de que yo pueda escribir tan bien como ellos, o que tenga una cuenta de Instagram como la de ellos.

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Los psicólogos llaman a esta tendencia «comparación ascendente«, y tiene muchas desventajas. No sólo nos hace sentir mal con nosotros mismos, sino que rara vez nos motiva a hacerlo mejor.

Probablemente la solución más obvia para la comparación sería centrarse en ti mismo. Después de todo, tú eres la única condición de control válida para ti mismo porque nadie más ha tenido exactamente las mismas ventajas, desafíos o experiencias que tú.

Este es un gran consejo, pero es más fácil decirlo que hacerlo. Incluso si queremos centrarnos en nosotros mismos, nuestros cerebros parecen estar conectados para hacer estas comparaciones ascendentes. Además, nuestras fuentes de Facebook e Instagram están repletas de imágenes de la impresionante vida de todos los demás. En las redes sociales, todo el mundo está por encima de la media.

Entonces, ¿cómo mantenemos la comparación bajo control? Cuando te encuentres haciéndolo, prueba esto:

  • Pregúntate si estás siendo demasiado estricto en tu comparación. Es fácil encontrar un área en la que otra persona parece ser mejor que tú, pero ¿son superiores en todos los sentidos? ¿O tú tienes fortalezas que ellos desearían tener?
  • En su lugar, haz una comparación descendente. Los medallistas de bronce tienden a ser más felices que los medallistas de plata porque se comparan con el resto de los competidores que no subieron al podio; los medallistas de plata hacen una comparación ascendente con los medallistas de oro. Así que si piensas que deberías tener una casa más grande, por ejemplo, considera a las innumerables personas que no tienen hogar.
  • Practica la gratitud. Las comparaciones ascendentes son un primo cercano de la envidia, y el antídoto contra la envidia es la gratitud. No intentes tratar de sentirte agradecido ya que es difícil cambiar directamente nuestras emociones, y ciertamente no te critiques por la falta de gratitud. En vez de eso, invita a la gratitud pensando en un yo más joven e imaginando lo que esa persona estaría de emocionada de ver en la vida que has creado (una técnica que aprendí de mi colega Rachel Hershenberg, autora de Activar la Felicidad).

Cuando te encuentres haciendo comparaciones ascendentes, úsalas como un recordatorio para hacer un balance de dónde te encuentras hoy en día. ¿Qué paso puedes dar para seguir avanzando hacia la persona que quieres ser? ¿Y qué agradecerá el tú de mañana por haber hecho hoy?

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Artículo original por Seth J. Gillihan. Psicólogo y profesor clínico asistente de psicología en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Pennsylvania.

Fotografía: Jurica Koletić


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