Conocidos como los «sanadores del mundo«, los empáticos son usualmente aquellos con sentidos elevados que no sólo perciben diferentes energías sino que también tienen la capacidad de sentirlas y experimentarlas.
Para aquellos que no son empáticos a menudo pueden percibir esta habilidad como un don, pero para un empático, tiene dos lados, el lado brillante y el lado oscuro. Un rasgo que no siempre es divertido de poseer.
Este don permite a otras personas sentirse seguras alrededor de los empáticos y, como resultado, los empáticos son los que tienen secretos más compartidos y profundos. Sin embargo, en el otro lado, a pesar de que un empático puede gestionar las emociones, también experimenta bastante estrés.
El lado oscuro de un empático es que tiene un punto de encuentro para los pensamientos negativos y positivos al mismo tiempo. Ellos experimentan tanto lo bueno como lo malo y puede ser increíblemente abrumador.
Los empáticos tienen las energías más atractivas para los negativos, ya que ellos son demasiado positivos. No importa lo mucho que lo intenten, casi nunca son capaces de escapar de los males del mundo. Tienen una comprensión profunda de cómo funciona el mundo y eso a menudo los confunde y entristece.
Como resultado de absorber estas energías, los empáticos se encuentran que están agotados y fatigados, pero por arte de su personalidad el resto del mundo nunca lo sabrán. Observan y sienten en silencio.
Desafortunadamente, muchas veces se da por sentado a un empático, nunca se les compensa, y se aprovechan de ellos. Son ciertamente dadores.
Este lado oscuro es pesado, pesado para llevar. Guardan todo lo que tienen en su corazón para sí mismos y luego añaden también todo lo que otros tienen en sus corazones. Llevan todo el peso sobre sus hombros desinteresados.
Más aún, el lado oscuro de un empático también hace que descuiden su cuerpo y mente por el bien de los demás. Este descuido hace que sólo después de cierto tiempo sea cuando se dan cuenta de que se han vuelto más distantes que nunca de sí mismos.
Cuando un empático se enamora, nunca es capaz de hacerlo plenamente. Sencillamente, nunca pueden llevar todo lo que tienen en sus corazones a alguien más. Ellos saben que si lo hacen, el amor sería abrumadoramente intenso y sería extremadamente difícil de llevar para ambas partes.
Por lo tanto, los empáticos prefieren mantener una parte de sus vidas escondida. Ellos siempre mantienen su guardia alta y no dejan que nadie entre en sus reinos. Persisten en la guerra consigo mismos. La guerra que libran.
Idealmente, para un empático, la única manera de combatir en esta batalla es asegurándose de que son capaces de distinguir entre sus propias emociones y las energías que intentan invadirlos.
Los empáticos necesitan ser capaces de derribar el muro que han construido alrededor de sus sentimientos para que puedan dejar que su propia empatía haga el bien en su propia vida.
De lo contrario, los empáticos están destinados a librar una guerra dentro de sí mismos que nunca termina.