7 Mecanismos que te vuelven malo

7 Mecanismos que te vuelven malo

No te conozco, pero puedo decir algo preciso sobre ti: odias a la gente hipócrita. Nadie puede soportar los dobles raseros que impulsan su comportamiento. ¿Pero por qué criticas algunas acciones mientras las haces tú mismo? Si a menudo te sientes frustrado por no encontrar la respuesta a esta pregunta, mantente atento a esta asombrosa teoría.

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Albert Bandura desarrolló su teoría de la Desconexión Moral para explicar por qué la gente buena puede comportarse mal. Este término se refiere a la acción de desconectar nuestro conjunto de principios éticos y morales concernientes a nuestro propio comportamiento en un contexto específico. De esta manera, justificamos algunas acciones que siempre habíamos considerado inaceptables sólo porque las hicimos. A la vez, seguimos manteniendo los mismos valores. Pero esencialmente, hay un mecanismo mental que nos hace hipócritas.

De acuerdo con esta teoría, la desconexión explica la gran cantidad de personas mentalmente sanas que cometen delitos y muestran conductas antisociales. En algunos casos, no es que los delincuentes no sepan la diferencia entre el bien y el mal o que carezcan de empatía. Pueden reconocer las faltas de los demás. Sin embargo, juzgar las propias acciones está sesgado por los siguientes mecanismos.

7 Mecanismos que te vuelven malo

1. Justificación moral
A través de este mecanismo, el comportamiento cruel se justifica siempre y cuando sirva para un propósito moral que lo haga socialmente aceptable según el perpetrador. Primero, la persona encuentra una buena razón para violar sus normas y luego se involucra en un comportamiento reprensible. Al hacer esto, perciben la mala acción como correcta. El mal uso de muchos códigos morales sirve como ejemplo de este mecanismo, como las declaraciones religiosas y políticas que permiten la discriminación o la violencia selectiva.

2. Comparación ventajosa
Otra manera de justificar el comportamiento reprochable es compararlo con peores posibilidades. Así, lo que inicialmente podría parecer inaceptable, se trivializa cuando se mira al lado de su peor versión. Puedes pensar que robar un artículo pequeño no es tan malo cuando hay gente que roba bancos. Para Bandura, la justificación moral y la comparación ventajosa representan los mecanismos más peligrosos porque nuestra explicación hecha por nosotros mismos a menudo provoca que la mala conducta se convierta en una fuente de autovalidación.

3. Etiquetado eufemístico
La forma en que nombramos nuestras acciones puede cambiar la forma en que las percibimos. Para disminuir el potencial dañino de nuestro comportamiento, utilizamos términos engañosos que parecen menos condenatorios que los reales. Etiquetar algunas con palabras desinfectadas en lugar de reformularlas de manera agresiva o intrincada altera el significado que damos a la situación, aunque siga siendo la misma. También es una estrategia para disminuir la responsabilidad en los actos cometidos. Por ejemplo, cuando dices “el profesor me hizo fracasar” en lugar de “yo fracasé”, eliminas tu responsabilidad.

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4. Desplazamiento de responsabilidad
Es más probable que las personas se involucren en conductas indeseables si un agente externo asume la responsabilidad de las consecuencias. Ocurre comúnmente cuando la autoridad alberga mucho poder, facilitando la ilusión de que nuestras acciones son controladas por ella y no por nosotros mismos, disminuyendo así la incomodidad y el arrepentimiento. Este mecanismo se vuelve muy peligroso en los entornos de lavado de cerebro porque los actores no se sienten responsables de sus acciones y, en consecuencia, no dudan en seguir las instrucciones más crueles.

5. Difusión de la responsabilidad
La psicología social demostró que los individuos se sienten más desinhibidos cuando están rodeados de iguales. El comportamiento colectivo sirve como prueba de que nuestra conducta es correcta, eliminando así cualquier sombra de duda. Como resultado, es más probable que las personas se involucren en comportamientos inmorales en grupos. Si alguna vez has asistido a una competición deportiva, sabrás este efecto.

6. Deshumanización
Otra manera de engañar nuestras mentes para que cometan actividades dañinas es despojando a las víctimas de su condición humana. Si crees que no estás tratando con una persona con una vida, sentimientos y experiencias, sino con un infrahumano, no te aferrarás a los mismos valores. La deshumanización valida las prácticas inhumanas al decidir selectivamente quién no está incluido en la nueva definición de humanidad. El experimento de la prisión de Standford mostró cómo los guardias torturaban y humillaban a los prisioneros debido a su perspectiva de superioridad.

7. No tener en cuenta las consecuencias
Finalmente, cuando los otros mecanismos fallan y los resultados de nuestras malas acciones aparecen, podemos tratar de disminuir la gravedad de las consecuencias. Una forma es recordar preferentemente la información relacionada con los beneficios potenciales de la conducta y menospreciar sus efectos negativos. La opción extrema es evitar afrontarlos o negarlos. Aunque el mecanismo nos reconforta, elimina la responsabilidad y por lo tanto disminuye las posibilidades de reparar el daño causado.

En general, no siempre hay una explicación externa de las acciones inmorales, el comportamiento cruel o el crimen. La mente humana es tan compleja que puede manejar varios conjuntos de reglas para diferentes escenarios y aplicarlas sólo bajo ciertas circunstancias. Parece obvio que la mayoría de las veces trataremos de favorecernos a nosotros mismos. Por lo tanto, ser consciente de estos mecanismos es esencial para evitar participar en las acciones que condenamos. Nadie está libre de ser malo. De lo contrario, no habría libertad.

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Fotografía: Amaury Gutierrez


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