La ira es un sentimiento que la mayoría de la gente preferiría no tener, y por eso a veces no lo reconocen en sí mismos, incluso cuando es obvio para los demás. Por ejemplo, uno de mis pacientes dijo una vez, en un tono tan casual como si estuviera hablando del tiempo: «Mi maldita novia salió anoche…» Reflexioné que parecía enfadado, pero lo negó. Pero cuando le señalé su lenguaje, se dio cuenta de que debía haber verdad en lo que dije. Al igual que con este paciente, no es inusual que la gente reconozca su enfado sólo después de dar un paso atrás para ver las señales desde afuera.
Como explico en mi video de 3 minutos: Entendiendo y Controlando la ira, la ira puede reducir tu conciencia, haciendo que sea difícil pensar claramente en tu situación. Si decides prestar mucha atención a la forma en que te comunicas, podrás comenzar a reconocer la ira de la que antes no habías sido consciente. Podrías darte cuenta de cómo sus palabras o comportamientos hostiles dañan tus relaciones. Para ayudar a aumentar tu conciencia, busca los siguientes 5 comportamientos comunes que indican ira. Además, para cada uno de estos comportamientos poco saludables, considera las sugerencias de maneras alternativas y más saludables de expresarse:
1. Gritar órdenes: Cuando le dices a la gente en voz alta y abruptamente lo que tiene que hacer, esto envía el mensaje de que estás enfadado. Como resultado, las personas que reciben tus órdenes pueden responder enfadadas, ignorarte o hacer lo que dices, pero con distancia emocional. Si deseas mantener una buena relación con los demás, baja el volumen y suaviza el tono. Describe el problema y explica lo que te gustaría que hiciera la persona. Puede que te sorprendas al descubrir lo bien que funciona para conseguir lo que quieres y mantener una relación positiva.
2. Ataque verbal: Cuando culpas y criticas a otros, ellos naturalmente responderán defendiéndose. En su lugar, haz una pausa un momento y considera los aspectos positivos de tu relación. Luego incluye estos pensamientos cuando le quieras decir algo respecto a tu enfado a la persona, en lugar de hacerlo con ataques verbales. Este enfoque expresa claramente tus sentimientos sin poner a la otra persona en una posición defensiva. Así que, podrías decir: «Realmente valoro nuestra amistad, pero estoy muy enfadado porque no me llamaste anoche«.
3. Sermonear: Cuando estás enfadado, es posible que no dejes de hablar de un problema. La otra persona sentirá que se le está «hablando» en lugar de que tú hablas «con» ella. Como resultado, es probable que te dejen fuera a ti y a tu mensaje. En lugar de eso, respira profundamente y tal vez date un poco de tiempo para calmarte. Luego, aclara lo que quieres decir para que puedas decirlo de manera sucinta. Es mucho más probable que realmente escuchen tu mensaje y que entablen una conversación al respecto.
4. Suponiendo lo peor: Cuando la gente se enfada, sus pensamientos a menudo se polarizan, tendiendo a ver a los demás o a las situaciones como algo malo. Cuando te das cuenta de que estás pensando en términos de «todo» o «nada», retrocede mentalmente. Haz algo que te ayude a calmar un poco tu ira. Luego verifica tu comprensión de la situación, permitiendo que otros aclaren o corrijan tu pensamiento.
5. Me lo tomo como algo personal: El enfado a menudo quita la capacidad de la gente de sacar sus propios sentimientos de la ecuación y pensar sólo en lo que está sucediendo dentro de la otra persona. Así que, cuando te encuentres muy enfocado en cómo otra persona te está lastimando, considera si este pensamiento es impulsado por la ira. Luego, elije conscientemente pensar en la situación desde la perspectiva de la otra persona, o incluso desde la perspectiva de un tercero. Esto puede ayudarte a responder de una manera que reduzca tu ira o te ponga en perspectiva.
La ira hace que la gente tenga visión de túnel, y esto causa muchos problemas. Al reconocer que tu visión es limitada, también podrías reconocer tu ira y sus efectos. Con esta conciencia, puedes entonces elegir responder de una manera constructiva, en lugar de destructiva.
Artículo original por Leslie Becker-Phelps. Psicóloga.