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Trastorno de ansiedad social: Cuando el miedo lleva al aislamiento

Trastorno de ansiedad social: Cuando el miedo lleva al aislamiento

Todos queremos sentirnos queridos y aceptados. Es lo que nos lleva a buscar y mantener relaciones, y nos permite desarrollar plenamente lo que somos en el mundo. Pero para las personas con trastorno de ansiedad social (TAS), la capacidad de participar plenamente en la vida puede tomar un desvío drástico.

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La ansiedad social -también llamada fobia social– hace que las personas se pongan ansiosas haciendo cosas que muchos de nosotros damos por sentadas, como ser observados mientras comemos, conocer a extraños o hablar frente a la gente. El miedo es ser juzgado negativamente. Casi cualquier situación social puede provocar pensamientos como: «Creerán que no estoy a la altura» y «si cometo el más mínimo error, la gente me rechazará«.

Por supuesto, es instintivo, incluso protector, evitar lo que tememos. Pero cuando el miedo está fuera de proporción con una amenaza real, como ir a cenar con un compañero de trabajo, avitarlo sólo hará que nuestro miedo se haga más grande.

Y no podemos superar los miedos si nos escondemos de ellos. Las personas con TAS evitan las oportunidades sociales y cualquier circunstancia que pueda hacerles experimentar la incómoda respuesta de «huir o luchar». Pero las mismas situaciones que están evitando son su mejor oportunidad para desarrollar las habilidades sociales que les ayudarían a sentirse más cómodos.

Debido a que el TAS afecta todas las facetas de la vida de una persona (relaciones, escuela, trabajo), puede conducir a otras formas de ansiedad, así como a la dependencia de sustancias y a la depresión mayor.

He visto esto muchas veces con clientes que vienen a terapia debido a ansiedad o depresión. Tomemos por ejemplo a Ryan, de 26 años de edad, que llegó a terapia con síntomas de depresión que dificultaban la finalización de una clase universitaria o la búsqueda de trabajo. Estaba aislado, solo y se sentía inútil. Pero mientras hablábamos, se hizo evidente que la depresión no era su problema principal, sino que era una ansiedad social grave. La ansiedad de Ryan le hizo quedarse en casa y jugar videojuegos o ver televisión. Abandonaba las clases si se esperaba que diera un informe oral, que trabajara en equipo, o si la participación en clase era parte de la calificación. Estaba deprimido porque la vida le pasaba de largo.

La profecía autocumplida de la comparación social

Las personas con TAS internalizan los juicios negativos que imaginan que otros tienen de ellos y se ven a sí mismos como inferiores a otras personas. Desafortunadamente, cuando alguien se ve a sí mismo como indeseable para estar cerca, la gente a su alrededor capta este mensaje y la declaración se convierte en una profecía autocumplida. Las personas visiblemente ansiosas a menudo tienen dificultades para causar una impresión positiva al conocer a nuevas personas, lo que puede reforzar el ciclo negativo y disminuir la autoestima hasta el punto de desesperanza, causando depresión.

También tienden a elaborar sus creencias creando una narrativa o historia sobre cómo se equivocan y cómo no les gustarán a la gente. Esto podría llevarles a interpretar los acontecimientos y la información de una manera que confirme esa historia, de modo que las señales sociales que son realmente neutrales se perciban erróneamente como amenazas reales, lo que aumenta aún más la ansiedad. Todo esto puede crear un efecto de bola de nieve.

El efecto de bola de nieve de la evasión social

En el caso de Ryan, cuando era niño desarrolló dolores de estómago y se sintió mal cuando llegó la hora de ir a la escuela. Sus padres lo llevaron a muchos especialistas. Durante el transcurso de varios años, a Ryan le extirparon el apéndice y la vesícula biliar, pero sus dolores de estómago persistieron, y finalmente fue educado en casa. La terapia familiar nunca fue sugerida a los padres de Ryan, quienes pensaron que lo estaban protegiendo dejándolo quedarse en casa. Sin embargo, sin quererlo, le estaban ayudando a aprender a lidiar con las emociones difíciles mediante la evitación.

En lugar de terminar la secundaria con su clase, Ryan obtuvo un GED (General Educational Development o examen de desarrollo de educación general). Su vida se estrechó cada vez más a medida que la ansiedad se generalizaba hacia otras cosas: nunca aprendió a conducir, por lo que su capacidad para buscar relaciones se vio aún más afectada.

Tratamiento del TAS

Afortunadamente, existen terapias efectivas para el trastorno de ansiedad social. Algunas de las más efectivas incluyen:

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Algunos médicos recomiendan antidepresivos además de las terapias no farmacológicas mencionadas anteriormente – habla con tu médico para averiguar qué es lo mejor para ti.

Ryan se sintió abrumado cuando ingresó a la terapia, pero al concluir nuestro trabajo juntos, había ingresado a la universidad comunitaria y trabajaba a tiempo parcial en una cafetería local. Utilizamos una combinación de terapia de exposición, terapia de equilibrio cognitivo y emocional basada en la atención plena, e instrucción grupal para aprender y cambiar las conductas de evitación. Y, gracias a Uber, es capaz de moverse mientras espera superar su ansiedad por conducir.

Nota: Si eres padre de un niño que muestra signos de TAS, el tratamiento temprano es importante. Por favor, busca la ayuda de un terapeuta.

Artículo original por Susan J. O’Grady. Psicóloga clínica en el área de la Bahía de San Francisco.



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